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27 de octubre de 2020 por Mundo Primitivo

TIME TO SCREEN – TIEMPO DE PANTALLA.

TIME TO SCREEN – TIEMPO DE PANTALLA.
27 de octubre de 2020 por Mundo Primitivo

Un festival de cine en Milano, un cortometraje seleccionado,
una charla con Rutger Hauer, deseos compartidos en la
escalinata de un Cine en Via Lanzone, una realidad pandémica
que superó la ficción y toda expectativa acerca del tiempo del
streaming.

El 6 de octubre pasado se cumplieron 10 años de la proyección en la pantalla grande del Cinema Gnomo de Milano del cortometraje “Who is Kirka” de Camillo Valle – cineasta italiano y queridísimo amigo al que admiro profundamente –  trabajo que vi nacer y en el que participé en la construcción de la entrevista y la fotografía.

Todavía recuerdo la adrenalina al enterarnos que el cortometraje había sido seleccionado para participar en el I’ve Seen Films – International Film Festival, un Concurso de Internet, metodología poco usual por aquellos años que se hacía en Milano desde el 2008; uno de los pocos festivales de cine del mundo fundado y dirigido por un artista de renombre internacional: Rutger Hauer.

Este evento ofreció a los cineastas de todo el mundo una nueva forma de difusión combinada con innovadoras plataformas de visibilidad en las que los autores podían enfrentarse a otros y a sí mismos en el terreno común del lenguaje cinematográfico.

Su finalidad principal era la promoción, a nivel mundial, gracias al streaming por internet, de las obras de cineastas que muchas veces no consiguen visibilidad a través de la fórmula clásica de los festivales de cine.

El festival de Hauer contaba con un jurado formado por un número tan elevado de destacados talentos artísticos y profesionales del sector que esto supuso claramente un punto de inflexión en este campo.

La idea era grandiosa y la cantidad de participantes que todos los años se sumaban hacía notar la positiva recepción del evento en Europa.

Un año antes de nuestra vuelta definitiva hacia Argentina el festival de Rutger cerró sus puertas para siempre, el I’ve Seen Films duró hasta el 2012, ojalá hubiese podido volver a encontrarlo y preguntarle los motivos del fin.

Fue gracias al corto de Camillo Valle, que tuve la oportunidad de conversar con Rutger en las escalinatas del cine Gnomo aquel 6 de octubre de 2010, para mi inolvidable.

En una de las pausas de las proyecciones salí de la sala y me fui a tomar aire, adentro estaba sofocante, la calefacción y el calor humano se hacían sentir, afuera se respiraba un otoño ya instalado. Octubre en Milano es húmedo, helado y gris, no sería hasta Junio que volveríamos a disfrutar de los días cálidos en esa parte del mundo por la que vivíamos con Kirka desde hacía unos años y en la que nos quedaríamos hasta inicios del 2013. 

Conservo en mi memoria y en una agenda con anotaciones aquella charla en las escalinatas del Gnomo en la que Hauer supo que yo era periodista al final de nuestra conversación, creo eso hizo se abriese conmigo sin prejuicios ni posturas y que pudiésemos conversar sin el encuadre de una entrevista acordada sino como quien se sienta a fumar, de repente se le aparece una chica, lo saluda, le comenta sobre el calor de la sala y le pregunta si no le molesta que se siente a su lado.

Estaba junto al replicante más humano de “Blade Runner” que emocionó a toda una generación con aquel monólogo “Lagrimas en la lluvia”… ¡Simplemente no lo podía creer!

Sin vergüenza me lancé a felicitarlo y agradecerle por ofrecerle al talento y la creatividad otra mirada, otros espacios, le expresé mi admiración por abrirle paso al streaming desafiando las barreras y los obstáculos que se imponen desde siempre y que impiden la visibilización dibujando círculos cada vez más cerrados y negando el acceso de grandes proyectos.

Por supuesto le manifesté mi admiración por él como actor y hablamos, inevitablemente, de esa escena mítica bajo la lluvia con Harrison Ford. Me habló sobre lo que le dejó aquel Roy Batty y lo que él le aportó al personaje, ahí entendí que esa cuota de hermosa humanidad y parte del tremendo monólogo final se la debíamos a Rutger y no al guionista.

Ese fue el inicio de una conversación a solas que duró, para mi tiempo emocional, una eternidad. Me contó acerca de su amor incondicional por el teatro y el cine independientes, su admiración por el cine Europeo y latinoamericano, su necesidad de abrir puertas a cineastas y ofrecerles visibilidad fuera de las condiciones de los monopolios culturales a los que conocía muy bien.

En esa conversación supe que su padre, su madre, sus hermanas y su única hija eran actor y actrices de teatro. Me contó que creció en Amsterdam y del tiempo en el que fue “un poeta bohemio” por los bares de esa ciudad, me expresó su admiración por Julio Cortázar y hablamos un rato de la Argentina. Durante la charla tenía entre mis manos el flyer en el que aparecía la foto de la portada del cortometraje por el que estábamos en el festival, y fue entonces cuando me preguntó: “¿Who is Kirka?”…

Claramente fue el momento en que le di lugar a la girl in love y orgullosa del pintor y tuvieron que apagarme la luz para que dejase de hablar de Kirka. Al final de mi exposición, Rutger, me contó que “él también se había enamorado de una artista plástica”, su compañera desde hacía muchos años. Confieso no saber nada de la vida personal de Hauer y este dato fue para mi encantador.

La charla tuvo muchos momentos preciosos. Me llamó la atención el ímpetu con el que argumentaba la importancia de difundir entre las elites artísticas acerca de la necesidad de la creación de nuevos espacios y escenarios usando las herramientas que nos ofrece la tecnología de la información y la comunicación, para la visibilización de los artistas que están a la espera de que sus proyectos salgan a la luz, darles apoyo: “que estos sean los nuevos escenarios de un futuro inmediato” repetía Rutger. Recordemos que esta charla se dio en el 2010.

Con la explosión del coronavirus en el mundo, la ya evolucionada digitalización de la vida avanzó cincuenta años en pocos meses, quién hubiese imaginado que la escuela, las universidades, el teatro, los conciertos iban a tener que asumir nuevas formas, reinventarse y aceptar cosas que en otro momento se hubiesen rechazado por prejuicios, como la tecnología.

La tecnología es una herramienta que usamos muchxs pero conocemos poco.

Responsabilizamos a la tecnología de la ruptura de la comunicación interpersonal, del tiempo no dedicado a los afectos, de los encuentros interrumpidos por la constante atención a los celulares, de la mirada que se ve interferida por el ojo de algún dispositivo…

Acerca de esto el filósofo surcoreano Byung Chul-Han en Aroma del tiempo no responsabiliza a la tecnología sino que plantea la necesidad de recuperar el concepto platónico de “vida contemplativa”, reemplazada hoy por la absolutización del trabajo en la que todo es “vida activa”.

Esta propuesta, hasta antes de la pandemia, era casi imposible para la mayoría de la población. Hoy, es casi inevitable. Las pantallas y los recursos digitales pasaron a ser, para la gran mayoría, nuestro único escenario para enseñar, aprender, exponer, compartir, visibilizar.

Recuerdo una frase que repetía Rutger durante nuestra conversación: “Time to screen” – tiempo para la pantalla -.

Este tiempo llegó a la fuerza 10 años después de aquella conversación del 6 de octubre en la puerta del Cine en Milano; Rutger no pudo ver esta explosión, falleció en el 2019.

En mi imaginario comparto una merienda con Rutger y Han, conversamos de lo complicado pero interesante que está siendo este tiempo de pantallas y de la necesidad de comprender y valorar este otro tiempo en el que la Sociedad Numismática, donde la moneda es la que manda, y a la que responsabilizo por todas nuestras ausencias con el mundo empático y afectivo, pierde su fuerza haciendo tambalear las estanterías del poder, dándole paso a lo esencial, lo prioritario, aquello que está esperando y esperándonos.

Quizá este tiempo sea una oportunidad para contemplar, también desde las pantallas, otros aromas, otras miradas, abrazar los momentos, aprehender (con “h” entre las dos “e” como les digo a mis estudiantes). Que no nos sorprenda el tiempo post pantalla sin haber entendido acerca de lo fundamental para interactuar, amar, visibilizar, de lo contrario “todos esos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia”, como dijo aquel replicante de Blade Runner antes de morir en esa inolvidable escena. Gracias, querido Rutger Hauer, por su tiempo, su dedicación y sus ganas de contemplar.

Por Viviana Cassin

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